... un roble quiero sobre mi tumba, o mejor una parota para que sus inmensas proporciones sean mi lápida. Y no, no quiero que me encierren en una caja de madera, quiero que mi cuerpo toque la tierra, que poco a poco se vaya integrando a ella y así convertirme en parte de este mundo.
No quiero que cuando me visites me lleves flores, mejor guarda tus lágrimas para que con ellas riegues ese árbol y yo pueda saciar mi sed a través de sus raíces.
Y cuando me extrañes, no olvides que ese árbol soy yo, y siempre estaré ahí.