Aquella canción de Gloria Estefan (la cual no logro identificar aún) que sonaba en la central de autobuses, fue la detonante para comenzar a sentir la melancolía y nostalgia que me acompañó durante el viaje de regreso a mi ciudad.
Y es que es tan complicado despedirse de las personas que de un momento a otro se convierten en amigos entrañables, de los que aprendes tanto en tan poco tiempo.
Fueron casi cuatro día de los cuales aprendí, disfruté y sobre todo, me permitieron tener un panorama que pocas veces había visto.
Ha pasado una semana, y ya he retomado mi rutina, sin embargo sigue muy presente esa experiencia que vino a recordarme lo que soy, lo que quiero y lo que debo ser.