Se marchita el año.

La canícula del verano ha quedado atrás, y con ella miles de historias. Los días se han vuelto diferentes, casi irreconocibles. Ese frío que se cuela por mi piel hasta casi llegar a mis huesos, poco a poco va inundando las noches. Esas noches, que muestran en todo su esplendor el cielo despejado con miles de estrellas, que aunque parecen iguales, cada una tiene su esencia propia.

Al pasar por las calles, las casas ostentan su fachadas adornadas con esas luces de colores que encienden y apagan. Dentro de cada hogar comienzan hacerse visibles los objetos que durante un año estuvieron guardados, y que ahora han sido desempolvados para adornar las salas, los patios, las habitaciones, y que sirven como aviso para saber que la navidad se acerca.

Los últimos examenes, las últimas evaluaciones, los últimas tareas, indican que mi semestre (aun nos atrevemos a llamarlo de esa forma, a pesar de que solo son cuatro meses) en la escuela esta apunto de terminar. Semestre que desafortunadamente no ha sido el mejor para mi.

Mis chamarras y mis suéters han dejado el guardarropas para cubrirme esta temporada de frío, que al parecer cada día se hace más intenso.

Lentamente, uno a uno, van emanando los aromas a frío, a invierno, a navidad, a melancolía, a recuerdos, a año nuevo. Y todo eso recalca, que el año esta por terminar. Lo incierto, es como terminará el año para mi.

KiKo...

"¿Será un fin de año de telenovela, de cuento, o tan simple como siempre?"

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